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La Leyenda de Raïq y Nolwa
(segunda parte)
Lo que hizo Raïq fue volver a la Gardereda para contarle a Nolwa lo sucedido, pues la fecha de la boda no se había dado a conocer públicamente y solamente él sabía ese detalle. Nolwa era alguien con quien se podía hablar más fácilmente, pensaba Raïq, y su carácter alegre y despreocupado quizás lo animaría.
Pero ocurrió algo muy distinto.
Porque Nolwa invitó a Raïq a dar un paseo por el bosque y mientras caminaban se miraron, y comprendieron que su deseo de estar juntos era más profundo que una sencilla amistad. Y en silencio sus ojos se encontraron y se amaron con sus miradas, mucho más que lo que cualquier palabra hubiera podido expresar.
Y muchas veces después de aquella Raïq y Nolwa fueron juntos a pasear, por el bosque y por los prados y recorrieron todas las tierras que se encontraban dentro del Barnae-qu, por el norte, el sur y hasta las costas del mar.
Y muchas veces después de aquella Raïq y Nolwa fueron juntos a pasear, por el bosque y por los prados y recorrieron todas las tierras que se encontraban dentro del Barnae-qu, por el norte, el sur y hasta las costas del mar.
Pero a medida que su amor crecía, más crecía el miedo de Raïq a la reacción de su padre si le contaba la situación, y también le atemorizaba la reacción de Söon ante la noticia. Porque su padre le organizaba fiestas y bailes para que conociera más a su prometida, pero él las evitaba, y se sentía mal consigo mismo y con todo el mundo.
Sin embargo, esta situación no iba a durar mucho y muy pronto algo forzaría al joven a tomar una decisión.
Un día su padre tuvo un accidente.
Había salido a cabalgar por los pueblos vecinos, fuera del Barnae-qu y había llovido. En un paraje un poco peligroso, su caballo había resbalado en el barro y el Capitán Nahraq se había precipitado por un pequeño barranco. Por suerte no iba solo y sus Cazadores le rescataron a él y al caballo, pudiendo volver así a la ciudad. Pero el Capitán Nahraq había quedado con las piernas inmovilizadas y también había sufrido un duro golpe en el pecho que le provocó problemas de respiración crónicos.
Raïq comprendió con horror que su padre no viviría muchos años más y se dijo que sería inhumano no darle una última alegría.
Por lo tanto, mucho a su pesar y sintiendo que su corazón iba a estallar, decidió cumplir los designios de su padre y casarse con Söon. Pero para ello debía abandonar a Nolwa.
De momento estuvo unos días atareado, cuidando de su padre, aunque pocos días después todo volvió más o menos a la normalidad, si se ignora el hecho de tener un padre inmovilizado en una cama o una silla. Y cuando él y Nolwa hicieron otro paseo, él le confesó su decisión, intentando no herirla pero también evitando que viera lo apenado que estaba. Nolwa se paró y lo miró fijamente. En su mirada hubo un flujo de sentimientos turbulentos. Ella que era tan jovial y directa, se quedó sin ninguna palabra que decir. Luego bajó la cabeza y murmuró algo sobre emprender el regreso a casa. Durante el camino de vuelta hablaron poco, y Nolwa mantenía los ojos bajos para que Raïq no pudiera verlos. Éste estaba tenso y deseaba llegar cuanto antes, porque intuía el mal que le había provocado. Al llegar a la Gardereda, ella lo miró otra vez, y aunque no pudo esconder el enrojecimiento de sus ojos, le deseó suerte de la forma más despreocupada posible. Raïq agradeció internamente este gesto y la saludó vagamente con la mano. Luego se giró, montó en su caballo y volvió a la ciudad. Mientras cabalgaba, intentó consolarse, diciéndose a sí mismo que era una muchacha inteligente y que al final lo olvidaría.
Raïq, sin embargo, aún tenía que establecer una buena relación con Söon, porque hasta entonces había estado un poco frío con ella. Intentó mostrarse más alegre e interesado y Söon no le defraudó. Demostró ser una joven muy agradable y sincera, cosa que fue para Raïq un consuelo. Bailaron en muchas fiestas bajo la luna y su padre, al verlos, sonreía.
El tiempo fue pasando y llegó la noche de Fin de Año, cuando se prometieron formalmente y al día siguiente, el Capitán Nahraq hizo pública por fin la fecha de la boda. Para Raïq, aquel momento no fue fácil, pero sí más de lo que había supuesto. Söon fue un buen motivo. Verdaderamente era una joven maravillosa y a Raïq le pareció que empezaba a sentir verdadero afecto hacia ella.
Los días de enero se terminaron y llegó febrero. Toda la población empezaba a alborotarse y se iniciaron los preparativos de la fiesta, que debía durar tres días. Comerciantes y bardos llegaron de Esgaroth y del Valle y animaron el ambiente con música y mercados. El trece de febrero se acercaba.
Pero un destino trágico empezó a perfilarse en el horizonte.
Dos noches antes de la boda, Raïq tuvo una pesadilla. En ella, Söon se alejaba de él hacia el interior de una espesa niebla que se arremolinaba, cubriéndolo todo. Cuando él intentaba seguirla, una figura oscura se acercaba y unas vastas alas sombrías se abrían, y oía a Nolwa gritando su nombre. Y esto ocurría una y otra vez hasta que Raïq se despertó, angustiado y sudando.
Por otra parte, para Nolwa aquellos días de animación la sumieron en una tristeza que sus padrastros nunca habían visto antes en ella. No quería estar con nadie y muy a menudo iba al bosque durante horas. Nolwa había aparentado fortaleza, pero la ausencia de Raïq le produjo un vacío enorme, y nada de lo que la divertía antes no logró animarla. Nolwa tenía un corazón cálido y resistente como el acero. Sin embargo, este acero se agrietaba por momentos.
Dos noches antes de la boda, Raïq tuvo una pesadilla. En ella, Söon se alejaba de él hacia el interior de una espesa niebla que se arremolinaba, cubriéndolo todo. Cuando él intentaba seguirla, una figura oscura se acercaba y unas vastas alas sombrías se abrían, y oía a Nolwa gritando su nombre. Y esto ocurría una y otra vez hasta que Raïq se despertó, angustiado y sudando.
Por otra parte, para Nolwa aquellos días de animación la sumieron en una tristeza que sus padrastros nunca habían visto antes en ella. No quería estar con nadie y muy a menudo iba al bosque durante horas. Nolwa había aparentado fortaleza, pero la ausencia de Raïq le produjo un vacío enorme, y nada de lo que la divertía antes no logró animarla. Nolwa tenía un corazón cálido y resistente como el acero. Sin embargo, este acero se agrietaba por momentos.
Y llegó el día anterior a la boda y Nolwa quiso irse aún más lejos, para así no encontrar ningún camino, riachuelo o fuente que le recordase a Raïq.
Salió del Barnae-qu por la puerta este. En estos días, las murallas habían perdido parte de la vigilancia, pues la fiesta atraía a todo el mundo, y solamente había los guardas imprescindibles. A Nolwa le bastó murmurar que venía de la Gardereda y algo sobre ir a visitar a un pariente en el pueblo de Los Brezos, al sur del Barnae-qu. Aunque los guardas le dijeron que debería haber tomado la puerta sur, para más seguridad, le dejaron salir después que ella les asegurara que volvería al atardecer.
El consejo de los guardas se debía a que últimamente se habían visto algunos pequeños grupos de orcos patrullando a algunas millas de las murallas. De hecho, también hacía algún tiempo que la región al sur de las Tierras de los Cazadores se había empezado a poblar de orientales procedentes de Kartaq, y algunos Cazadores de la Capitanía empezaban a mostrarse intrigados por sendos problemas, pero estos hechos no tenían la magnitud necesaria como para sentir peligro real, y por lo tanto la tranquilidad seguía en pie.
El consejo de los guardas se debía a que últimamente se habían visto algunos pequeños grupos de orcos patrullando a algunas millas de las murallas. De hecho, también hacía algún tiempo que la región al sur de las Tierras de los Cazadores se había empezado a poblar de orientales procedentes de Kartaq, y algunos Cazadores de la Capitanía empezaban a mostrarse intrigados por sendos problemas, pero estos hechos no tenían la magnitud necesaria como para sentir peligro real, y por lo tanto la tranquilidad seguía en pie.
Nolwa advirtió que los guardas ya no se interesaban por ella, por lo que éstos no percibieron que tomaba el camino hacia el este, hacia el último puente de la región de los Cazadores.
Este puente cruzaba el Aguas Viajeras, el gran río que nacía en las Orocarni y desembocaba en el Mar de Rhûn, llamado también Edelkel, el Río de Aguas Emigrantes. Probablemente su nombre se remonta a las primeras edades del mundo, cuando aún existía un gran Mar en el centro de Rhûn y muchos elfos partieron hacia el oeste.
Este puente cruzaba el Aguas Viajeras, el gran río que nacía en las Orocarni y desembocaba en el Mar de Rhûn, llamado también Edelkel, el Río de Aguas Emigrantes. Probablemente su nombre se remonta a las primeras edades del mundo, cuando aún existía un gran Mar en el centro de Rhûn y muchos elfos partieron hacia el oeste.
La joven tenía la intención de pasar el día allí, viendo como fluían las aguas tranquilamente, olvidando su impetuoso nacimiento y yendo hacia su muerte en el mar, para así no pensar ni en la boda ni en Raïq.
Estuvo horas enteras allí, en medio del puente luchando contra sus recuerdos, apoyada en los troncos que protegían los laterales de la estructura. La mañana dejó paso a la tarde y ésta se fue apagando y el oeste se volvió rojizo, iluminando con fuego las bellas aguas del Edelkel.
Estuvo horas enteras allí, en medio del puente luchando contra sus recuerdos, apoyada en los troncos que protegían los laterales de la estructura. La mañana dejó paso a la tarde y ésta se fue apagando y el oeste se volvió rojizo, iluminando con fuego las bellas aguas del Edelkel.
La noche empezó a extenderse desde el este, y Nolwa decidió volver a casa. Se encaminó hacia el extremo del puente, pero antes de llegar a él se detuvo. Una inseguridad intensa le hizo mirar en todas direcciones. No vio a nadie, pero notaba algo en el ambiente.
Y no se equivocaba.
Justo al terminar de cruzar el puente, unos brazos poderosos y sucios la cogieron por el cuello y la empujaron. Nolwa soltó un grito y cayó al suelo. Se giró rápida y pudo ver la monstruosa faz de un orco grande y corpulento. Luego, algo le golpeó la frente y perdió el conocimiento. Poco después, un grupo de veinte orcos empezaron una carrera hacia el este, llevando un fardo atado con muchas cuerdas.
Este ataque tuvo dos testigos.
Se hacía de noche y los seis guardas que custodiaban la puerta este estaban intranquilos. Al descender el sol el soldado de la puerta del sur había pasado por allí después de terminar su guardia, y al ser preguntado al respecto alegó que no había visto ninguna muchacha que coincidiera con la descripción que hubiera atravesado esa puerta en todo el día.
Por otra parte, hacía ya horas que la puerta este permanecía desierta. Así que decidieron enviar a dos guardas hacia el pueblo de Los Brezos, y otros dos a recorrer las campiñas cercanas, mientras el último par se quedaba vigilando. Los que fueron al pueblo no lograron obtener ninguna noticia de Nolwa y volvieron muy preocupados. Mientras, los exploradores de la campiña llegaron a las cercanías del puente, y justo entonces oyeron el grito de Nolwa y percibieron el grupo de orcos que huía. Alarmados, los guardas volvieron corriendo a las murallas y del Barnae-qu salió un veloz jinete hacia Rangost.
Era noche cerrada cuando el mensajero llamó a la Capitanía y pidió hablar con el Capitán con urgencia. Éste quedó perplejo por la noticia e inmediatamente se interesó por las razones que habían llevado a los guardas a dejarla salir. No quedó contento con la respuesta del mensajero y maldijo la mala suerte, pues al día siguiente debía celebrarse la boda de su hijo, esa misma tarde le habían informado de ataques de bandidos organizados en la Ruta Comercial, y ahora esto.
No obstante, mandó al mensajero hacia la Gardereda, para ver si alguien había echado en falta a una chica durante las últimas horas. Éste galopó inmediatamente hacia el norte en medio de la noche.
Por la mañana, el mensajero volvió. Informó al Capitán que una joven llamada Nolwa había desaparecido de casa de sus padrastros. El Capitán Nahraq no sabía nada de su relación con Raïq y tampoco relacionó el nombre con la familia que había atendido a su hijo durante aquel accidente.
Por la mañana, el mensajero volvió. Informó al Capitán que una joven llamada Nolwa había desaparecido de casa de sus padrastros. El Capitán Nahraq no sabía nada de su relación con Raïq y tampoco relacionó el nombre con la familia que había atendido a su hijo durante aquel accidente.
Y tomó una terrible decisión: no podía enviar a nadie a buscar a Nolwa, pues probablemente estaría ya muerta. Además necesitaba a sus hombres para que fueran inmediatamente hacia la Ruta Comercial para acabar con los bandidos, asegurando así un seguro regreso a los comerciantes que habían venido de Esgaroth a la fiesta.
Y de esta forma, Nolwa fue abandonada a su suerte.
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