miércoles, 26 de mayo de 2010

29-Firöq y el regreso de los Labios Maulladores. Sobre el Fin de los Años del Temor.

El Bardo de librea morada, de voz tensa e intranquila, añadió a la sazón:

Después de Balserq gobernó Khärsq y luego Firöq, que fue llamado El Loco.

El despectivo mote le fue dado después de su desgraciada muerte y a causa de las nefastas consecuencias que tuvo su inquieto carácter.
Pues cuando Firöq se acercaba ya a la edad del cambio de gobierno y viendo como su vida había sido una letanía de aburrimiento al igual que la de sus inmediatos antecesores decidió poner fin a ello.
Se propuso hacer algo de lo cual el pueblo estuviera orgulloso y obtener un poco de gloria antes de su envejecimiento y muerte. De esta manera, un día de noviembre del año 2308 mandó ensillar su caballo. Ante las miradas asombradas de la gente anunció que se acercaba el día de la fiesta de la Batalla y Nacimiento de Rangost y que ese año él iba a celebrarlo de un modo especial. Y manifestó que su intención era imitar la legendaria hazaña del mago Curunir y hacer retroceder la Sombra una vez más, a fin de demostrar la valentía de los Cazadores.
Alatar quedó consternado e intentó por todos los medios de detenerle, mas fue imposible dado el carácter fuerte y decidido de Firöq. Como no podía retenerle por la fuerza, le repitió una y otra vez que no se debía provocar al mal del este. Pero Firöq contestó simplemente que lo que él iba a hacer proporcionaría a Rangost más tierras fértiles y mayor felicidad y que si él moría en el intento moriría feliz, sabiendo que su vida había sido finalmente útil.

Ni su familia, ni Alatar ni nadie pudo hacerle cambiar de opinión, de modo que partió con su caballo y la gente le vio alejarse por la puerta este del Barnae-qu hacia la oscuridad. De lo que le pasó en el este no se sabe con certeza, pero fue la última vez que le vieron vivo.

Y aquí no terminó la cosa.

Cinco días después de su partida, en una noche oscura y nubosa unos extraños aullidos despertaron a los habitantes de Rangost. A través de las ventanas semicerradas atisbaron las callejuelas, vías y plazas. Silbidos y lamentos espantosos vibraron en los tímpanos de la gente y vieron asustados como unas figuras vagas que parecían estar hechas solamente de jirones de niebla, formas monstruosas que bailaban en la semioscuridad de la ciudad y espasmódicamente abrían sus fauces llenas de colmillos para lanzar gritos que helaban la sangre.
Con el corazón palpitando y los nervios a flor de piel, el pueblo de los Cazadores no durmió aquella noche y se cerraron a cal y canto las casas. No se sabía qué era aquello y había pánico.

Alatar sí lo sabía. Después de casi un centenar de siglos los Labios Maulladores habían vuelto. Y eso solamente podía explicarse por la locura del Capitán Firöq. El mago se maldijo a sí mismo por no haber impedido su insensatez, pero no podía hacerse nada ya. Probablemente Jandwathe estaba muy ocupada en sus asuntos y en los de su Amo y había dejado en manos de sus espectros la tarea de mantener quieta a Rangost bajo el peso del miedo.

Por la mañana en las calles se escucharon los llantos de muchas personas, pues hallaron muertos a hombres, mujeres y niños que debían encontrarse fuera de sus casas durante el ataque de los espectros. Tenían las caras y los miembros llenos de cortes y la ropa manchada de sangre, y sus expresiones denotaban un terror extremo.
No habían actuado como antaño, cuando simplemente envenenaban a las víctimas para que cayeran bajo el poder de Jandwathe. Esta vez habían matado, como venganza y amenaza. Finalmente, en el centro del Cerco de los Cazadores, clavada encima de una de las lanzas de cobre del escudo encontraron la cabeza del Capitán Firöq.

A la noche siguiente, los espectros volvieron y pasaron veloces por todas las callejuelas de la ciudad y también por los pueblos vecinos, y el pánico se adueñó totalmente de Rangost. Después de eso Alatar se propuso intentar detenerlos la próxima vez que aparecieran. Los espectros no mataron a nadie más aquella segunda noche, pero muchos animales del ganado de los pueblos perecieron horriblemente, dejando a las familias en la ruina.

Los espectros no volvieron la tercera noche. Ni la cuarta. Parecía que habían dejado por fin a Rangost en paz. Alatar, sin embargo, se alejó de la ciudad hacia los yermos del este, a una distancia respetable del Último Desierto y pudo comprobar que los Labios Maulladores aún seguían allí. Vagaban por los páramos lanzando profundos chillidos y lamentos y un grupo de ellos atacó al mago, y él los rechazó con la luz de su vara.
Alatar volvió inmediatamente a Rangost y anunció que la ciudad y los pueblos estaban rodeados y que nadie debía salir hacia el este bajo ningún concepto. Jandwathe se había asegurado que nadie pudiera llegar hasta el Último Desierto otra vez.

Después de Firöq gobernó su hijo Argost, quien se abstuvo de lanzarse a la aventura y permaneció durante toda su vida en Rangost, hasta que su puesto pasó a Tyor, que gobernó como Tyor III. Poco a poco la vida en Rangost y los pueblos circundantes se tranquilizó y sus habitantes se resignaron con su vida y sus problemas y no intentaron nada que fuera mínimamente heroico.
A Tyor III le siguió Cydlaq y luego fue Butban quien gobernó como el duodécimo Capitán de Rangost, el undécimo después del Inicio de los Años del Temor. Y también fue el último que gobernó en esa era de relativa calma e incertidumbre creciente. Porque fue durante su gobierno cuando la oscuridad volvió del este.

Concretamente, en el año 2460 hacia el mes de junio, Alatar advirtió un cambio en la informe oscuridad permanente del horizonte nororiental. Súbitamente una noche parecía un mar de fuego rojizo como en la próxima se iluminaba con relámpagos de una tormenta infernal.
El mago se inquietó mucho ante estos sucesos y se mantuvo alerta. Cada día que pasaba, la oscuridad se perfilaba más nítidamente en el horizonte y ya no parecía unos cuantos jirones nubosos sino que presentaba un aspecto más sólido.
Una semana después, Alatar llegó a la conclusión inevitable que la oscuridad se acercaba a Rangost por segunda vez. El Istar envió rápidamente a Nebula hacia el oeste para anunciar el retorno de la sombra, mientras ésta se aproximaba cada vez más y más. Grandes nubes negras llegaban precediendo su llegada. Rangost se puso en alerta y todos los habitantes de los pueblos vecinos se refugiaron en la ciudad por aquellos días.

Los Años del Temor habían finalizado.

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