10-Sobre el retorno de Jandwathe y de cómo Pallando fue hechizado
El Bardo de librea oscura, de voz profunda y grave, entonó:
Pero resultó que Jandwathe no había huido.
Solamente se había escondido en su Desierto, en unas oscuras cavernas, lejos al sur de la Torre, y no le costó muchos esfuerzos reconstruirla, con la ayuda de los orcos y esclavos que aún habitaban en las zonas meridionales de su territorio y cuya presencia no había sido siquiera sospechada por los ejércitos del Norte.
Y su poder volvió a crecer tan rápidamente como su ira. Pero cultivó su venganza poco a poco y no atacó directamente, pues quería esperar a que los recuerdos de la victoria se volvieran confusos en el tiempo, para poder aplastar con más fuerza a sus enemigos del norte.
De esta forma dirigió su atención sobre los pueblos del sur y se dedicó a inspirar la maldad cada vez con más fuerza en aquellas gentes, para que se volvieran totalmente al servicio de la Oscuridad y poder utilizarlos contra los dúnedain y contra los elfos de Eriador.
Pero su vil intención se vio compensada por un factor inesperado: la influencia de Pallando, que había viajado al sur y había aprovechado la ausencia de la Vampira para empezar a ganarse la confianza del pueblo de Rhekht.
Jandwathe no podía permitirlo. Viéndose de pronto burlada, preparó una cruel venganza.
Pallando habitaba entonces una antigua torre de vigilancia situada al sur de Rheckht, que seguramente había sido usada en alguna guerra de los orientales contra los Haradrim mucho tiempo atrás.
Y he aquí que una noche se presentó una muchacha extraña que llamó a su puerta. Iba descalza, con las ropas sucias y desgarradas y sangraba de varias heridas que se abrían en una faz de profundo desconsuelo. Pallando se compadeció y la dejó entrar. La chica era tímida y caminaba tambaleándose, y no sabía explicarse bien para poder responder correctamente a las preguntas del Istar. Arguyó algo sobre torturas y látigos y se dejó caer en un rincón cerca de la chimenea y se durmió. Pallando, que ya iba a preguntarle si quería algo para comer, la dejó y se fue a la cama.
Esa noche, oscuras pesadillas le asaltaron y veía extrañas formas que danzaban a su alrededor. Se despertó sobresaltado cuando ya el sol entraba por su ventana. Preso de un presentimiento, fue a despertar a la chica, pero ya no estaba allí. La habitación de la chimenea estaba vacía y fría, con el fuego apagado. Un viento helado silbaba por los rincones. Pallando tuvo la sensación que esa habitación llevaba mucho tiempo vacía. Tuvo un ligero dolor al mover el cuello y descubrió una herida reciente. Entonces supo con un estremecimiento que la Vampira había vuelto.
Con ésta y otras argucias, Jandwathe entró en la vida de Pallando y poco a poco éste volvióse huraño y solitario, pues su voluntad no era muy fuerte y el hechizo de la Vampira hacía su efecto. Los pueblos de Reckht observaron como se iba distanciando cada vez más de ellos y llegaron a considerarlo un viejo cascarrabias extraño y loco.
Hasta que un buen día desapareció de su torre y no volvió a ser visto.
Hay quien dice que la noche antes de su desaparición, una gran forma alada revoloteaba alrededor de la morada de piedra del mago, pero quizá fuesen solamente habladurías de la gente.
Al fin y al cabo, esta misma gente empezaba ya a olvidarlo, aunque no todos: sus consejos y sabiduría perduraron en muchos de los que habían sido sus amigos, y fueron pasando de padres a hijos a lo largo de muchas generaciones.
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