12-Sobre el 1º Gran Ataque de Jandwathe: Los Aurigas. De cómo fue el Viaje de Alatar hasta el País de los Elfos
Y el Bardo de librea plateada continuó así:
Durante los dos siglos siguientes reinó una extraña calma, durante la cual Jandwathe preparó el primero de sus dos históricos grandes ataques contra los pueblos libres.
Su influencia sobre los orientales de Kartaq aumentó considerablemente y éstos crecieron militarmente, y su odio al oeste se incrementó. Así, en 1854, se alzaron en todo su poder y se lanzaron raudos contra Gondor y Rhovanion en una imponente y enorme ofensiva que logró derrotar y doblegar a todos los ejércitos gondorianos y esclavizó a los habitantes de las regiones del norte.
Fueron los llamados Aurigas, cuyas recurrentes invasiones a partir de entonces y durante casi 90 años fueron temidas por todos los pueblos del oeste. Los Aurigas eran soldados despiadados montados en carruajes de guerra, y su sola mención provocaba pánico, gritos y huídas precipitadas. La rapidez de sus ataques fue legendaria, y lograron destruir muchas contraofensivas.
Sin embargo, después de muchas victorias, y a pesar de aliarse con los haradrim y también con los guerreros variags de Khand, una región independiente totalmente sojuzgada bajo el poder de Sauron y su lugarteniente en el Este Jandwathe, los Aurigas conocieron la derrota cuando menos la esperaban.
Planearon un ataque conjunto contra los pueblos libres y todos a la vez lanzaron otra gran ofensiva en dos frentes, uno de los cuales barrió a los gondorianos justo delante del Morannon, pero el otro fue derrotado en el sur, y de esa forma los ejércitos del oeste finalmente se crecieron en poder y, ansiosos de terminar con tantos años de temor, embistieron desesperados el frente del Morannon, derrotando finalmente a los Aurigas en la Batalla del Campamento, con Eärnil de Gondor a la cabeza y muchas bajas detrás.
Era el año 1944 de la Tercera Edad.
En el norte de Rhûn, por estas fechas Alatar decidió emprender un viaje que hacía tiempo que meditaba: ir a visitar a los extraños elfos del este, de los cuales siempre se hablaba en las tabernas de los pueblos del norte, evitando de alguna forma el Paso de Hielo, o del Dragón como ya era conocido entonces.
Así pues, se dirigió con su fiel zorro Nebula a los Hielos, iniciando una peligrosa ruta mucho más al norte del paso. Viajó penosamente bajo intenso frío y vendavales helados durante muchos días, siempre hacia el este. Muchas veces estuvo su cuerpo a punto de perecer bajo el riguroso clima y tuvo suerte que Nebula lo guió siempre por los caminos más cortos y mejores, y con su cuerpo lo calentó en las noches más frías en los inmensos desiertos blancos en donde las auroras dibujan sobre las estrellas.
Y al fin, Alatar consiguió llegar a las costas orientales de la Tierra Media sin tener que enfrentarse al dragón, y se dirigió hacia el sur, hasta los bosques élficos. Allí se quedó durante unos cuantos años.
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